Fulleda es un pueblo atípico de la comarca de las Garrigues, ya que por su orografía goza de un clima y paisaje, que, sobre todo en verano, muchos garriguenses envidian: diariamente nos llega la marinada a media tarde o antes y hace que la temperatura sea mucho más soportable, para algunos incluso demasiado fresca. En otoño, los frondosos bosques de las montañas que nos rodean nos regalan fantásticas combinaciones de colores rojizos y amarillentos que nos recuerdan que ya se ha acabado el tiempo de noches largas por las calles reencontrando los veraneantes de cada año y que tenemos que devolver a la rutina. Es tiempo de recoger la uva, siempre rápido y corrientes que no se pudra, al tiempo que las almendras están a punto y se acaban las siestas y los baños en la piscina. En invierno sí vemos la niebla, pero no se queda mucho, le gusta más la llanura. Una nevadita al año para no olvidarnos de ella y así, con las aceitunas al saco -como no, de las mejores del mundo-, nos encontramos con la primavera y el renacer de las calles.